17 de abril de 2011

El Teatro Cariola quiere volver a brillar


Fue el gran protagonista de la época dorada del teatro santiaguino. Casi medio siglo después de su debut, busca recuperar aquellos años de lentejuelas y a tablero vuelto.
por Darío Zambra

En aquellos años, las lentejuelas de los telones del Teatro Cariola brillaban con todo su esplendor. En cada función, sus butacas estaban repletas, sobre todo en los espectáculos de zarzuela, los favoritos del público santiaguino de comienzos de la década de los 70.


Tras la función, actores, comediantes, vedettes, autores y otros amigos de la bohemia capitalina enfilaban hacia la Alameda, casi llegando a Estado, y en el restaurante El Bosco celebraban los aplausos con los que el público los había premiado.

Sin embargo, El Bosco ya no existe y las lentejuelas de los telones no brillan como antes. Hoy, rara vez el teatro se llena. Una de esas pocas ocasiones se registra cada Semana Santa, cuando se presenta la obra Jesucristo Superstar. Este año lo hará nuevamente, con funciones en español e inglés.

"Aún recuerdo cuando se montaban obras de martes a domingo y teníamos 15 empleados. Pero esa época de esplendor se terminó en los 80", cuenta José Luis Gómez, presidente de la Sociedad de Autores Teatrales de Chile (Satch), la institución dueña y administradora de este recinto.

Pero este teatro de la calle San Diego 246, en el centro de Santiago, quiere revivir sus años dorados. Y ya están concentrados en conseguir esa segunda juventud. En noviembre del año pasado, la Satch solicitó al Consejo de Monumento Nacionales que el Cariola fuera declarado Monumento Histórico. Con esta declaración, sus administradores quieren salir a buscar recursos para restaurar el recinto. Aseguran que con la calificación de Monumento Histórico ese proceso sería más sencillo. "No queremos que se pierda este lugar. Al contrario, queremos revitalizarlo, que tenga más público y más espectáculos", asegura Gómez.

A simple vista, el teatro parece estar en buen estado. Sin embargo, el arquitecto Santiago del Pozo, quien los está asesorando en la tramitación ante monumentos, asegura que las cañerías y las instalaciones necesitan una reparación. También muchas de las butacas y parte del mobiliario.

El boom del cine sonoro comenzó en Santiago a comienzos de los años 40. Tan fuerte fue su explosión, que las películas acapararon la mayoría de los teatros de la ciudad. Fue lo que sucedió en el Victoria, el Miami, el Luz y el Esmeralda. "Para las compañías era muy difícil conseguir una sala para montar sus obras", cuenta Gómez.

El fundador de la Satch y destacado dramaturgo, Carlos Cariola, estaba cansado de esta falta de espacios para los artistas de la capital. Fue entonces cuando tuvo un sueño: construir un teatro propio de los artistas teatrales, el más esplendoroso de toda la ciudad. En 1945 compró los terrenos de San Diego, donde eran 10 veces más baratos que en el centro mismo.

Para construir el teatro, los artistas salieron a la calle para pedir donaciones. El gobierno, la Municipalidad de Santiago, empresarios, comerciantes y vecinos realizaron los aportes. Lo mismo se hizo con los elementos para alhajar el teatro. De hecho, cada butaca tiene una placa con el nombre de quien la donó. Las hermanas Liliana, María Luisa y Teresa Solari -accionistas de Falabella-, la Bolsa de Comercio, el Teatro Imperio, el Banco Central, la Compañía de Bomberos y el Banco de Chile son recordados en los asientos.

Fue así como se levantó este edificio de cinco pisos y que alberga dos salas: Carlos Cariola, que tiene 1.100 butacas, y otra más pequeña, de apenas 150 asientos, y que lleva el nombre del actor Alejandro Flores.

El que es el teatro más grande de Santiago después del Municipal, debutó el 19 de marzo de 1954 con la obra Qué vergüenza para la familia. Desde entonces, en su escenario se montaron piezas como La pérgola de las flores y Madama Butterfly y exitosas zarzuelas, operetas y revistas. "Ahí hice espectáculos hermosos. Tiene unos palcos preciosos y buena acústica. Cuando se hacían las zarzuelas se llenaba tanto, que quedaba gente afuera", recuerda Isabel Ubilla, quien fue una de las vedettes más famosas de Chile y que se había hecho un nombre sobre las tablas del Bim Bam Bum. Fue tal el éxito del Cariola, que tras su debut aparecieron otros teatros en la misma cuadra, como el Roma y la Sala Mistral.

Con el tiempo, la Satch dejó de montar obras en el teatro y hoy sus dos salas se arriendan. Ahí se realizan conciertos -como el de Sol y Lluvia, que se hizo la semana pasada-, algunas piezas teatrales y, sobre todo, funciones para colegios que ofrecen distintas compañías con obras que son parte del plan de estudios. Además, el Instituto Los Leones arrendó por cinco años el quinto piso y la Sala Alejandro Flores para su escuela teatral.

El teatro se mantiene con los ingresos de esos arriendos. Sin embargo, éstos no alcanzan para pagar el nuevo monto de las contribuciones, que el año pasado subieron de $ 4 a $ 13 millones anuales. Pero Gómez está optimista y convencido de que la declaración de Monumento Nacional les permitirá recuperar sus años de esplendor. "Queremos mantener vivo el sueño de Carlos Cariola", remata.

Fuente: http://diario.latercera.com/2011/04/17/01/contenido/santiago/32-66107-9-el-teatro-cariola-quiere-volver-a-brillar.shtml

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