La ciudadanía está entendiendo que la calidad de vida no es inherente al barrio que escogen, que es algo que se conquista. Para que no les pasen autopistas por encima, no destruyan su patrimonio o para reducir la delincuencia, las comunidades se están organizando y ahora cuentan con aliados profesionales.
Por: Pablo Andulce Troncoso
A Rosario Carvajal la han acusado de oponerse al progreso en más de una ocasión. Ella responde con dos fotos y una pregunta. En la primera aparece el extremo del pasaje donde vive -Hurtado Rodríguez- que da a Compañía. Al fondo se ve una noble casona azul y está fechada en 1999. La segunda se tomó una década después, tiene exactamente la misma perspectiva, pero en lugar de la casona se ve un estacionamiento corriente y gris. "¿De qué progreso me hablan?", dice Rosario.
Ella -además de historiadora- es la vocera de
Vecinos por la defensa del barrio Yungay, una organización que se formó en el 2005 bajo una coyuntura puntual, y que a través de los años ha ampliado sus causas, hasta convertirse en una de las más aguerridas de Santiago. Una red que para evitar una lógica jerárquica nunca ha tramitado la personalidad jurídica, y que aún así ha recibido premios como el de conservación de Monumentos Nacionales, el de buenas prácticas para el desarrollo de los territorios, el premio Ciudad de la Fundación Futuro y fueron parte de la selección para el City to City FAD Award en Barcelona.