14 de mayo de 2012

Vecinos empoderados

La ciudadanía está entendiendo que la calidad de vida no es inherente al barrio que escogen, que es algo que se conquista. Para que no les pasen autopistas por encima, no destruyan su patrimonio o para reducir la delincuencia, las comunidades se están organizando y ahora cuentan con aliados profesionales.
Por: Pablo Andulce Troncoso

A Rosario Carvajal la han acusado de oponerse al progreso en más de una ocasión. Ella responde con dos fotos y una pregunta. En la primera aparece el extremo del pasaje donde vive -Hurtado Rodríguez- que da a Compañía. Al fondo se ve una noble casona azul y está fechada en 1999. La segunda se tomó una década después, tiene exactamente la misma perspectiva, pero en lugar de la casona se ve un estacionamiento corriente y gris. "¿De qué progreso me hablan?", dice Rosario.

Ella -además de historiadora- es la vocera de Vecinos por la defensa del barrio Yungay, una organización que se formó en el 2005 bajo una coyuntura puntual, y que a través de los años ha ampliado sus causas, hasta convertirse en una de las más aguerridas de Santiago. Una red que para evitar una lógica jerárquica nunca ha tramitado la personalidad jurídica, y que aún así ha recibido premios como el de conservación de Monumentos Nacionales, el de buenas prácticas para el desarrollo de los territorios, el premio Ciudad de la Fundación Futuro y fueron parte de la selección para el City to City FAD Award en Barcelona.


Como miembros de una red llamada Movimiento por la reconstrucción justa -en el que participan comunidades afectadas por el terremoto, desde la Villa Olímpica hasta Dichato- esta mañana recibieron la visita de una representante de las Naciones Unidas. Rosario le habló a una arquitecta brasileña sobre su historia y sus luchas. En el primer barrio planificado de Santiago post independencia, que acaba de cumplir 173 años, que cuenta con una arquitectura ecléctica -de herencias que van desde La Colonia a la Bauhaus y el Art Decó-, que albergó intelectuales como Ignacio Domeyko, Faustino Sarmiento, Nicomedes Guzmán, por supuesto, la principal preocupación es la protección del patrimonio.

-Creemos que la ciudadanía está despertando ante conflictos de patrimonio natural y cultural. Hace diez años esto no era tema. Las autoridades ahora lo incorporan en su discurso. Eso es producto del trabajo de organizaciones como la nuestra, que entienden el patrimonio más allá de lo material, como sinónimo de calidad de vida y bienestar social.

Rosario Carvajal nació en el Hospital San Juan de Dios, se educó en el Colegio María Auxiliadora, hoy vive y trabaja en una casa de tres pisos, en una de las calles emblemáticas del sector. Su caso demuestra que se puede hacer toda una vida en el barrio y explica el arraigo de sus habitantes. En una festividad tradicional, los vecinos -de 15 a 80 años- no sólo participan como espectadores sino que aportan con danza, música y trabajo. Los historiadores, antropólogos y arquitectos que elaboraron el expediente técnico que les permitió obtener la condición de Zona Típica son también vecinos. En cabildos soberanos toman todas las decisiones y discuten los temas que los afectan.

-Solamente en Compañía hemos tenido seis incendios, y siguen. Hay que investigarlos, pero todos tienen un patrón común: ocurren de noche, los fines de semana, en casas esquina ,con valor patrimonial. Se culpa a los inmigrantes y las autoridades no dan una señal política de preocupación. Estamos abandonados.

Esa sensación de que a nadie le importan tanto los problemas del entorno como a los propios vecinos los lleva a organizarse y actuar en defensa de su calidad de vida. No sólo en Yungay. A no tantos kilómetros, más al oriente de Santiago, los del barrio Italia han visto sus calles transformarse en los últimos años y asumen que vendrán mayores cambios con una mezcla de agrado y preocupación. Pedro Morales, presidente de la Junta de vecinos Nº 6 de Providencia -que representa el territorio entre las calles Condell, Caupolicán, Bilbao y Manuel Montt- entiende que proyectos como el centro de diseño en que se convertirá la ex Sombrerería Girardi o el hotel que se proyecta en el barrio beneficiarán el comercio y el turismo, pero también advierte consecuencias para los habitantes tradicionales.

-A gente que ha arrendado por muchos años los propietarios les están pidiendo las casas porque reciben mejores ofertas -advierte Morales.

-Este sector estaba de capa caída- agrega Julio Muñoz, otro dirigente. Eran casas muy antiguas con baja mantención. Cuando surgió el fenómeno de barrio Italia subió mucho el estándar, pero el residente, que es ajeno a la actividad comercial, sufre los efectos negativos de este desarrollo.

Muñoz y Morales se refieren a los autos ocupando los espacios frente a las fachadas, a los delincuentes que no tenían intereses ahí antes de que aparecieran las tiendas, a los "alunizajes" que han afectado a algunas de ellas. "¿Cómo compatibilizar la vida de barrio con el comercio?", se preguntan.

La fórmula debe incluir un diálogo permanente con los comerciantes, agrupados en la Corporación Barrio Italia, y la municipalidad. Trabajando en conjunto deben lograr metas simples como mejorar veredas, fachadas, jardineras, sistemas de recolección de basura; y otras más complejas, como aumentar la seguridad y crear una identidad que compartan sus habitantes.

Al igual que los vecinos de Yungay -www.elsitiodeyungay.cl-, los de barrio Italia están haciendo uso de las plataformas de información. Misael Horta y Gabriel Garay son dos de los gestores de www.mibarrioitalia.cl, un sitio que recopila material aparecido en distintos medios y además presenta contenido audiovisual propio acerca de tiendas, restoranes, comunidades y lugares patrimoniales. En esta primera fase del proyecto se trata de formar una identidad rescatando su historia, cultura y diversidad. A continuación pretenden crear alianzas entre vecinos y comerciantes, luego darse a conocer mediante eventos atractivos, y finalmente consolidarse como área con carácter comercial pero con peso histórico.

Malones urbanos

Como Yungay e Italia hay muchos ejemplos, en todo el país, de comunidades sacando la voz y actuando por su bienestar. Junto a estos movimientos ciudadanos han surgido organizaciones profesionales que buscan aportar con sus conocimientos y experiencia en estas luchas.

Ciudad Viva, por ejemplo, se formó en 1996 como "Coordinadora no a la Costanera Norte". Se trataba de un grupo de vecinos -de diversos estratos socioeconómicos- que se oponían a la autopista, que entonces se planeaba en superficie y pasaba por La Vega, Bellavista y Pedro de Valdivia Norte. Hicieron ruido al punto de que cuando parecía que habían perdido todas las batallas, ganaron la guerra logrando que se construyera por debajo del río. La organización decidió poner al servicio de otras comunidades lo aprendido acerca de movilizaciones, estudios de impacto ambiental, transporte y participación ciudadana, adoptando en el 2000 su actual nombre.

Responde a un directorio formado por dirigentes de más de veinticinco organizaciones ciudadanas, ya no necesariamente de los lugares involucrados en la causa original. Ese grupo mandata a un equipo técnico que está encargado de ejecutar proyectos con financiamiento de fondos públicos concursables, de empresas privadas, de los propios miembros y a veces del extranjero -la Unión Europea o la UNESCO-.

-Uno de los pilares de Ciudad Viva es lograr redes con otros grupos y ayudarlos en su crecimiento -explica Tomás Marín, sociólogo y director ejecutivo-. Hay que entender que las ciudades están conformadas por entidades: el Estado, el sector empresarial y la sociedad civil. Quienes orientan el desarrollo actualmente son las dos primeras, nosotros buscamos fortalecer la última.

Al igual que Ciudad Viva, otro aliado con que cuentan ahora las organizaciones vecinales es Ciudad Emergente. Fundado por chilenos que se conocieron haciendo un posgrado en diseño de ciudades y ciencias sociales, en Londres, se trata un laboratorio que desarrolla tácticas y herramientas para que la ciudadanía sea más activa y responsable en la construcción de su entorno.

Aunque el proyecto tiene base en Nueva York, sus miembros viajan constantemente a Chile. Sus primeras acciones tuvieron lugar en Santiago -Recoleta y Providencia- y recibieron el nombre de "Malones Urbanos". En marzo pasado, primero en la calle Bombero Núñez y después en Gutemberg, se interrumpió el transito vehicular y se montaron grandes mesas donde adultos, jóvenes y ancianos compartieron comida -que ellos mismos aportaron-, se informaron y discutieron sobre aspectos que afectan a sus barrios. Ciudad Viva, la Junta de vecinos Nº 35 de Bellavista, el Club Social y cultural la Terraza Valentín Letelier, también participaron en el evento.

-Trabajamos con organizaciones ciudadanas para conectarnos con quienes toman decisiones como alcaldes y autoridades del sector público, que tienen cierta distancia con los vecinos. Nos ponemos entre la comunidad y la autoridad con estos métodos -explica Javier Vergara, uno de los fundadores de Ciudad Emergente-. Combinamos acciones muy livianas, rápidas y baratas como el Malón Urbano -que básicamente significa reunir gente- con herramientas de fácil uso y apropiación como webs, blogs, medios online y tradicionales, que sirven para difundir distintas acciones.

La experiencia recogida en esos encuentros fue presentada por Ciudad Emergente en un congreso de innovación ciudadana en Filadelfia. Actualmente buscan formar nuevas alianzas para poder replicar el modelo en otros lugares de Santiago y regiones.

Fuente: Vivienda y Decoración Nº827

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