Los terrenos de cultivo llegan a las ciudades para dibujar en los parques metropolitanos un nuevo paisaje agrourbano útil, reparador e integrador; una fuente de alimento.
Huertas en el límite de la ciudad (ver).
Por Anatxu Zabalbeascoa
Fuente: EL PAIS
No es casualidad que sean los viejos quienes mejor expliquen el paisaje. La idea de acercar los ciudadanos a la tierra que los alimenta está presente en muchos de los más sensatos trabajos del paisajismo urbano reciente. Pero si se ha tardado más de un siglo en trasladar a la gran cantidad de personas que pueblan hoy las urbes (la mitad de la población mundial), es lógico pensar que toda esa gente no vaya a regresar al campo de un día para otro. ¿La alternativa? Llevar el campo a la ciudad.