18 de octubre de 2011

Así es la "rumba" de los colombianos en Santiago

La comunidad colombiana en la capital se hace notar: ya son cerca de 14 mil y van en aumento. Y con ellos, las arepas y los plátanos fritos.
por C. Palacios y B. Blanco
Fuente: La Tercera

EL PARTIDO terminó sin goles el 16 de julio de 2011 y hubo que alargarlo media hora. Los colombianos que estaban viéndolo en el casino del estadio de la Corfo de Las Condes seguían optimistas. Pero les duró poco. Apenas unos minutos después, el futuro de la selección colombiana en la Copa América quedó sellado cuando el equipo contrario anotó el segundo gol que definió el resultado 2 a 0. Por un breve instante, los más de 2.000 colombianos presentes enmudecieron, hasta que alguien se acordó de que había más razones para celebrar.


Ese mismo día, decidieron festejar la independencia de su país, que se conmemoraba cuatro días después, pero aprovecharon la ocasión en que habían varios compatriotas juntos.

Instalaron escenarios con cantantes y danzas folklóricas, y en las mesas no faltaron las arepas (una tortilla de maíz más gruesa que un taco) y los patacones (plátanos verdes fritos). En las copas había ron y la bebida más popular del país, la Pony Malta, azucarada y sin alcohol. Todos, productos muy difíciles de conseguir hace cinco años en Santiago, pero que con el crecimiento de esta colonia en la ciudad se volvió más fácil.

Según el Departamento de Procesamiento y Estadística de la Policía de Investigaciones, la cantidad de colombianos que solicitaron visado en la capital entre 2009 y 2010 creció un 61%. De hecho, según el consulado de ese país, figuran 7.000 colombianos viviendo en Santiago, aunque se estima que hay otros 7.000 en trámite de regulación. En todo Chile, la colonia ascendería a 21 mil.

Luis Felipe Devia es asesor de comercio de Proexport Colombia -entidad encargada de promover los negocios y el turismo de ese país acá- y vive en la capital hace cinco años. Explica que este aumento no se debe sólo a la llegada de trabajadores que buscan mejores empleos, sino que también al arribo de profesionales y estudiantes. "Para una persona que trabaja en la construcción o en un call center, Santiago es una ciudad atractiva, pues se gana mejor que en Colombia. Pero para un profesional no pasa lo mismo, ya que en ambos países los sueldos son similares", comenta. Lo que ocurre es que el intercambio comercial aumenta con el arribo de varias empresas colombianas, como la compañía de infraestructura vial Isa, que llegó en 2010. "Además, la situación económica en Colombia ha mejorado. Por eso, hay más personas interesadas en realizar posgrados acá, que es más accesible que ir a Europa o EEUU", agrega Devia.

Así lo entendió Henry Calderón cuando hace media década llegó a Santiago y abrió el restaurante Madera y Carbón, el mismo que organiza el masivo encuentro en el que los colombianos de la capital celebran sus fiestas patrias. El mismo que estuvo detrás del gran evento en el estadio de la Corfo. "Comencé con un local en calle General Bulnes, en el barrio Brasil y, al poco tiempo se hizo pequeño. Así es que me instalé en una casa más grande en calle Erasmo Escala, que se llenaba de colombianos que venían del sector oriente", asegura. Por eso, el año pasado abrió una segunda sucursal en Av. Las Condes.

Según él, sus clientes "son profesionales y empresarios que disfrutan un lugar y sentirse como en casa". En el local del barrio Brasil trabajan 11 empleados colombianos y en el de Las Condes hay ocho. Los muros están decorados con artesanías típicas y se escuchan ritmos como el ballenato. "Aquí, también pueden encontrar productos congelados como arepas y patacones y para llevar a sus casas", dice.

Pero no es el único. En el barrio Suecia hay varios locales para bailar salsa y cumbia e irse de "rumba" (carrete), pero el más frecuentado es el Massatto, ubicado en Av. Vitacura, reconocido porque ahí se presentan algunas bandas colombianas de renombre en su país. No sólo de comida y entretención viven los colombianos en Santiago. Diego Palma instaló en 2004 una peluquería en calle Roncesvalles con Av. Manquehue que se repleta de colombianas. "Aquí se atiende la nueva cónsul, Adela Maestre, la esposa del embajador, el gerente de las cafeterías Juan Valdés, médicos, odontólogos y ejecutivos de empresas", cuenta.

Cuando llegan al salón, los clientes -la mayoría colombianos- se encuentran con un pequeño enclave que los transporta a su tierra. La radio que suena es La Z Medellín y los invitan a "tomarse un tinto", como llaman al café los campesinos en Colombia. Además de las infaltables revistas de papel couché chilenas, hay ediciones de Aló y Cromos traídas desde allá.

En cambio, Clara Tangarife -quien vive hace un año en la Portada de Vitacura y se dedica a las comunicaciones corporativas- se atiende en los salones de belleza que hay en Providencia. "Aunque no son colombianos, ahí trabajan muchas niñas que hacen la manicure. Las colombianas tenemos fama de arreglarnos las uñas y varias se emplearon en peluquerías", dice Clara. Ella reconoce que uno de los atributos que más le gustan de la capital es que no hay tantas motocicletas. "Allá está repleto y son muy ruidosas. Además, son el medio de transporte que suelen usar los sicarios. Apenas veo una imagino que me van a robar o algo peor", cuenta la mujer, que está feliz porque hace unos meses descubrió que en varios supermercados de la capital venden harinas para hacer arepas. "Lo único que no he conseguido es la parrilla especial para poder tostarlas".

También en sectores como el barrio Mapocho, en calle San Pablo, o en Av. Vicuña Mackenna, cerca del cruce con Ñuble, se puede escuchar el acento y la cadencia pausada de los colombianos al hablar. Ahí hay varios locales en los que trabajan colombianos y es posible encontrar hasta completos que -además de mayonesa, mostaza y ketchup-, llevan mermelada de piña, queso, cebolla frita, tocino frito o papas fritas trituradas.

Susana Espinal atiende un negocio de empanadas en Vicuña Mackenna. Llegó hace tres meses a Santiago proveniente del Valle del Cauca -en la zona sur de su país-, entusiasmada por los rumores que corren en su tierra de que "los pesos chilenos en Colombia rinden el triple". "Trabajo 12 horas y gran parte de mi sueldo se lo envío a mis tres hijos que siguen allá", explica. Y, como ella, hay varios. Dice que son tantos los que se vienen para acá, que "más de alguna vez me he topado con conocidos de mi ciudad en Santiago", finaliza.

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